martes, 25 de junio de 2013

Gnagni, la unión por el conocimiento



Gnagni, la vía a través del conocimiento

El Gnagni es la vía filosófica del Yoga, busca la unión a través de la ampliación del nivel de consciencia individual, por medio del conocimiento y el discernimiento. Esto incluye la reflexión mental sobre la ciencia y las diferentes formas de conocimiento, y la cultura de permitir que lo que conocemos nos influya. Aunque es un vía filosófica, da mucha importancia al papel de la intuición y en su propia base, incorpora axiomas que Nietzche o Unamuno incluyeron en sus fases más maduras: la lógica del pensamiento no es suficiente, y no alcanza para dar respuestas completas a un espíritu intrépido. Hay niveles de la realidad que no responden a la estructura de la lógica.

Las vías del Yoga proceden de una cultura con un panteón de mitos, exuberante y barroco, y una mentalidad que parte de axiomas holísticos, y conciben a las personas de manera global, en una relación de interacción sistémica con sus contextos, que se influencian mutuamente, en un cambio y creación constante. Por eso sus vías también son muy variadas y sus caminos, desde una mentalidad occidental, pueden resultar demasiado heterodoxos y desafiar nuestras estructuras mentales. Todas las vías buscan una unión y todas conllevan, un conocimiento y entrenamiento en la base de las demás vías.

En cambio la mentalidad occidental, desde la escolástica medieval, fue confinando la interpretación de la realidad a una estructuración de tendencia dual: cuerpo-mente, material-espíritual, bueno-malo, verdadera-falso etc, que culminó, en el positivismo del S XVIII. Desde entonces, la lógica matemática en la se basa la ciencia moderna, se convirtió en la visión hegemónica, y sigue ejerciendo una influencia cuasi tiránica en todos los ámbitos de la realidad intelectual. Esto trae como consecuencia que los conocimientos, que no cumplen con los requisitos experimentales o derivados otros paradigmas, más holísticos o para-científicos, se fuesen desterrando de una consideración seria, se fuesen enterrando en la magia y en los mitos y sólo son consentidos como un saber secundario y anecdótico; más propio de contextos de entretenimiento, del arte y del folclore, que conocimientos con capacidad explicativa de un área de la realidad.

Dentro de las vías del Yoga, el Hatha-yoga (yoga físico a través del cuerpo) y el Gnagni-yoga (yoga filosófico a través del discernimiento intelectual), resultan las formas de acercamiento más asequibles para la mentalidad occidental, porque el Hatha se pueden asimilar a la cultura física, con su mitología olímpica, y el Gnagni a la vía de la filosofía, con su discernimiento intelectual sobre los fenómenos de la realidad.

La vía Bakti o la vía Tantra utilizan vías devocionales y emocionales, muy impulsivas y osadas, por lo que, para la moral occidental suponen poner en tela de juicio una estructura de toda la mentalidad ancestral y conllevan una depuración físico-moral muy alta, para navegar poder mantener el rumbo y no perderse en un torbellino de emociones. La vía Karma, de la acción inspirada y consciente, resulta difícil de compatibilizar con las formas de trabajo y las ocupaciones de nuestras sociedades consumistas.

La vía Raja, usa la meditación orientada a conocer el funcionamiento y dinámica de la propia mente para poder anularla, y alcanzar el silencio necesario para que fluya el espíritu. En el contexto occidental, anular la mente suele suscitar recelos, porque la mente es un valor sobredimensionado y plantear que se anule o limitar la capacidad de la voluntad, suscita el temor de ser objeto de abuso o de influencia sectaria. Además, eliminar la estructura de la mentalidad exige un esfuerzo titánico, conlleva romper con muchas identificaciones convencionales, y esto puede resultar muy desconcertante en la interacción social y puede desencadenar episodios de psicosis. Por estas razones, tanto el Raja como el Gnagni, en sus orígenes se entrenaban en contextos espirituales cerrados, de tipo monástico.

Si en el Raja la vía es romper con el laberinto de la estructura de la propia mente, y la meditación está orientada a familiarizarse con sus capacidades, su fuerza, sus leyes o su control, en el Gnagni la meditación está orientada al conocimiento de los fenómenos; la mente se aplica en ampliar la consciencia sobre su naturaleza, sus interacciones y sus contextos, somos unos actores más de la escena de lo que acontece en la realidad, en diversos niveles y con diferentes grados de influencia.

La realidad es uno de los temas más recurrentes y fascinantes dentro de los seminarios y lecciones del Gnagni. ¿Qué es la Realidad? según la etimología de la palabra, procede de la misma raiz que Rey, y alude a un constructo fruto del consenso social y de las luchas de poder a lo largo de la historia... ¿es un resultado o es un origen? ¿es un absoluto en la que todo está incluido? ¿tiene un origen teológico externo? ¿es Uno o Múltiple? ¿cuál es el papel de la identidad?

Los chamanes de Méjico o de la amazonia, o algunos principios de la física quántica también suscriben este principio; la realidad material es percibida de manera semejante, por un consenso social: se nos educa para percibir la realidad material de una determinada manera, pero las moléculas que forman la materia no son tan materiales, no están quietas en el espacio y son atemporales...Siempre han sido y siempre serán, porque, para la energía, el tiempo se diluye en el espacio, y el espacio es una cuestión de tiempo y velocidad.

Desde muchos ámbitos de la física desaparece los límites de la materia en sus formas categóricas y se asemejan más a la “maia” ilusoria de los Vedas... la realidad es lo que damos en creer que Es.



Se funden el Alfa y el Omega del Cristo,
y el tiempo se despliega y enrolla en una espiral:

¡bailamos una danza sufí en el filo de una rosa!




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