Los picos de ansiedad y estress, son
esos momentos en que estamos tan desbordados de nuestras propias emociones, que
los acontecimientos más nimios tienen un efecto multiplicativo y cualquier cosa
nos saca de nuestras casillas.
La maravillosa maquinaria de
nuestro cuerpo está dotada de glándulas que segregan hormonas como el cortisol o
la adrenalina, que nos preparan para huir de un depredador o luchar por nuestra
supervivencia; se trata de recursos y
respuestas extremos con los que
venimos dotados desde que vivíamos en las cavernas, y teníamos que defendernos
de enemigos mejor dotados.
Los picos de ansiedad y stress
disparan tal cantidad de hormonas que nos drogamos y entramos en situaciones de
conciencia alterada por que nuestras propias
ideas desencadenan emociones, a las que el cuerpo reacciona con secreciones
glandulares exageradas. Son momentos en que el cerebro funciona con ideaciones
muy rápidas y entrecortadas, que no puede llegar a valorar adecuadamente, y las
ideas mueven emociones fanáticas; es
como un caballo desbocado.
El cortisol aumenta la frecuencia
cardiaca y los niveles de azúcar en sangre, bloquea las funciones superiores del lóbulo frontal para que no nos distraigamos pensando cuando tenemos
que correr o pelear. En esta situación cometemos errores, no recodamos lo que
acabamos de leer, aparecen pensamientos
irrelevantes y contradictorios…y con los pensamientos su correlato
emocional de frustración, rabia, miedo, ira, etc que nos llevan a reacciones
desproporcionadas e inadecuadas.
En la actualidad apenas
necesitaríamos recurrir a estas respuestas tan extremas porque, nuestra especie
es el depredador por excelencia, y no estamos tan amenazados por el medio
externo. Sin embargo sufrimos de stress y nos
desbocamos en torrentes de ideas locas con consecuencias devastadoras en
nuestra calidad de vida, y de nuestro entorno.
Un pico de ansiedad aislado lo
sufre la mayoría de la población, en algún momento de su vida, y no supone un
riesgo grave, pero lo terrible es que en la actualidad el stress es crónico, es
decir el cortisol y la adrenalina se han instalado en los músculos, los pone
tensos y generan contracturas del
cuerpo y rigidez en la mente, afectan al sistema gástrico,
con acidez y desarreglos que afectan a la digestión
de los alimentos y trastornan el
humor.
El estress crónico destruye
neuronas del hipocampo, lo que nos hace tendentes a desarrollar patologías
depresivas, y nos vuelve adaptativos en lo social, porque para tratar de
controlar (con una mente que está enferma de descontrol interno) reacciona buscando
apoyo en las rutinas y lo conocido,
y temiendo las novedades, que necesitan ampliar y flexibilizar el repertorio de
respuestas, con lo que limitamos nuestro
campo de experiencias y enriquecimiento, por una respuesta defensiva a nuestra mente desbocada.
Las turbulencias emocionales generan
energía negativa auto-destructiva,
que obstaculiza la capacidad de sincronizar con los ritmos de la Madre
Naturaleza. Cuando somos rehenes del stress dejamos de ser las personas Libres que la naturaleza ha creado,
enturbiamos la experiencia del espíritu
que nos da consciencia, por las auto-limitaciones
de las expectativas de nuestro ego social,
supervivencial.
Cuando tenemos una turbulencia
emocional perturbamos nuestro equilibrio interno con demasiado placer que nos torna adictos, o
demasiado dolor que nos ensombrece.
Vivimos en medio de relaciones y situaciones que siempre van a afectar a
nuestras emociones y van a derivar en una tendencia al miedo o dolor, o al
placer y el amor, pero los sentimientos deben de ser tratados de manera
positiva tan pronto como sea posible. El objetivo no es enterrarlos, negarlos o
reprimirlos porque con este mecanismo de huida, lo único que hacemos es desplazarlo a nuestro cuerpo, y
cronificarlo.
Pero todas las experiencias que nos ofrece la vida están a nuestra disposición
para crecer y mejorar, incluso las
que parecen desagradables o dolorosas, y si me fuerzas… hasta diría que esas,
son las que más impulsan tus capacidades para ampliar tu conciencia, porque te
ponen en jaque.
El primer paso para transformar
las emociones es asumir nuestra
responsabilidad en ellas…¿qué estás sintiendo? ¿en qué parte del cuerpo?
Cuando la hayas identificado obsérvala, es una parte de ti, porque las
estructuras de tu mentalidad han interpretado la situación de tal manera, que
has consentido en esa reacción, o sea que obsérvate con amor y sin juzgar.
Una vez hayas identificado el dolor, puedes expresarlo y compartirlo en
libertad porque ya habrás asumido tu responsabilidad, no irás salpicando a tu
entorno y a los demás con culpas, y estarás en el camino de transformar esa
experiencia dolorosa en un nuevo hito en tu nivel de conciencia.
Así contado parece una simplificación
que limita en la burla, cuando nos sentimos como una olla a presión, pero la
realidad es que no es más difícil que eso. Quizás necesites ayuda, apoyo, un camino
de crecimiento personal o un espacio en que puedas expresar tus emociones sin
sentirte juzgado, pero el camino no es, ni más, ni menos que eso: abrir conciencia de la propia libertad para
sentir, y la responsabilidad que conlleva.
Quizás haga falta más valor para
afrontar la propia libertad, que para mantenerse en un doloroso stress crónico,
rodeados de mil remedios sintomáticos, para ir tirando como se puede…eso lo
dejo a vuestras conciencias, porque cada
persona tiene sus ritmos y sus momentos para abrirse al cambio.
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