En
el post del domingo pasado hablábamos del viaje del héroe, que a través del
espacio y/o de las emociones, rompe los rituales de lo cotidiano y facilita
una mentalidad que supera los condicionamientos. Es una vía de crecimiento en
que se nos mueren avatares caducos, ligados al contexto y se nos abren otras
latitudes del alma…
Como este puente ya no me ha tocado viajecito, y sí
leer para preparar un trabajo de arte-terapia, voy a seguir el tema con los
viajes a través del arte, que movilizan emociones y catalizan significadores
nuevos, con capacidad para re-orientar los esquemas de nuestra identidad, y
abrir nuevas direcciones de desarrollo.
En nuestras sociedades post-modernas gozamos de los
mejores standares de calidad de vida material que jamás se hayan conocido en la
historia de la humanidad, en gran parte debido al desarrollo del positivismo y
la lógica matemática, a través de la ciencia aplicada. Todos nuestros contextos
cotidianos se han tornado confortables, y la variedad de nuestras vanidades y
de nuestros juguetitos tecnológicos crecen a ritmo exponencial, exigiendo que
le dediquemos nuestra atención.
Pero para atender tan diferentes áreas, nuestra mente
ha ido fragmentando su atención, y parcelando espacios, con la consiguiente
dispersión y confusión. En nuestro cerebro, el hemisferio de la razón ha ido
creciendo en una dinámica de sobre-especialización y el hemisferio de la
emoción, el arte y el mito, parece que se hubiera despeñado y desterrado a los
avernos del inconsciente.
Quizás el
respeto por la vida humana, en tanto que unidad psico-biológica autónoma que
toma decisiones libres en un Universo interdependiente, este muy condicionada
porque el nivel de dispersión ha alcanzado el límite de la confusión y precisa de atención prioritaria
para canalizar esas perturbaciones, a fin de que no condicionen su capacidad individual
para actuar como director consciente y orientado, en el desarrollo de la Magna
Opus de la propia sinfonía de su Vida.
El arte,
la risa, la ironía o la metáfora tienden puentes en nuestra fontanela, que reducen las distancias entre razón y emoción, porque para deducir significados
se precisa de la lógica del izquierdo, para poder abrir lecturas alternativas, el
surrealismo del derecho, y volver a unificar comprensión en el hemisferio
izquierdo. Ese trabajo en paralelo resulta un entrenamiento gimnástico
magnífico para nuestro sobre-estimulado cerebro, que tiene la posibilidad de trabajar de forma integradora y global, lo que, independientemente
de la calidad de los resultados, será una experiencia de armonía gozosa.
Tanto
la experiencia de crear cualquier clase de obra propia, como la recreación que
hace nuestra singular mirada de espectador, suponen trascender sentidos y
significados, son como contratransferencias en las que se filtran proyecciones
de una emocionalidad inconsciente que quiere emerger y respirar en plenitud.
Te
propongo un juego. Coge papel y lápiz: elige un tema musical, un cuadro, una
construcción arquitectónica, un paisaje, una novela, una película, una danza, un
verso, una escultura, una escena, cualquier otra experiencia que logra evocar
una emoción en ti que consideres arte…
Una
vez que hayas recopilado la lista, elige el que te emociona más en este
momento, y une todos en un pequeño relato escrito sin pensar, a vuelo de pluma:
no importa su calidad literaria, sólo es un juego en cascada, una especie de
aquapark artístico… Lee el resultado y guárdalo para poder recurrir a él en
otro momento; ya verás cuantos significados distintos vas a sacarle, según tus
momentos, y cuantos relatos diferentes organizarás con los mismos elementos.
Bibliografía:
Visores
sobre la historia TCI, Ruth C. Cohn- Revista Música, arte y proceso Nº 5
Aspectos
clínicos en arte-terapia, C. Martinez y P. Campillo- Revista Música, arte y
proceso Nº 2
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