¡Buen día para tod@s!
Como dispongo de un ratito libre,
el ambiente de esta biergarden de vacaciones es florido e invita a una
agradable tertulia sosegada… y yo no tengo con quién conversar, pero si una
tablet, voy a tratar de componer un post, para este blog que andaba algo
descuidado.
Hoy el tema por el que peregrina
mi mente es el de TRES CENTROS, TRES PERSONALIDADES, según Gurdieff.
Gurdieff fué un filosofo, de
origen armenio, de gran influencia entre las élites sociales y culturales del
Paris de los años 20. Su obra es heterodoxa en las influencias, es decir que recoge
pensamientos, estrategias y técnicas de todas las escuelas que estudió-
católica ortodoxa, sufí, yoga, budismo- e hizo una mezcla, que presentó según las formas y
presupuestos de la mentalidad científica occidental. Es decir que cogió
conocimientos de aquí y de allí y los adaptó para hacerlos comprensibles y,
sobre todo útiles, a la mentalidad de aquí. Es muy flexible en sus influencias,
pero muy disciplinado y riguroso en los métodos de trabajo que utiliza para el
desarrollo de las personas.
Hablaba de un nivel de esencia o alma, que es el fundamento de las personas, lo que de verdad somos,
y de un nivel de personalidad, que
es un nivel superficial, formado por las conveniencias de la adaptación social,
etc, en donde se desarrolla la mayoría de nuestra actividad, y de donde procede
gran parte del malestar y la insatisfacción psico-social actual.
Su método podría denominarse
la observación de sí, y a través de ejercicios físicos, impresiones
emocionales y un sistema filosófico, trabaja para hacer consciente la
mentalidad con la que nos identificamos, y en muchos casos, nos auto-limitamos
sin ninguna justificación. A través de tomar conciencia de estas estructuras,
físicas, emocionales y mentales, se van levantando las capas superficiales de
la personalidad, que ahogan al nivel esencial. Nos conocemos mejor,
comprendemos nuestro yo y sus circunstancias, y nos manejamos mejor.
En su teoría, que es muy amplia
habla de los tres centros esenciales del hombre, que están presentes en todas
las personas, y de tres tipos de carácter de personas, según prevalezca en
ellas uno u otro centro: Centro Motor, Centro Emocional y Centro Intelectual.
El centro motor rige la
inteligencia del cuerpo, el movimiento, la intuición, es impulsivo, estable y
rápido y nos comunica su conocimiento por medio de sensaciones. Dentro de este
centro está el subcentro sexual que es la puerta del futuro y por ello maneja
un nivel de energía muy fuerte. Este centro ha sido objeto de control por parte
de las religiones y del poder en general, para asegurar nuevas generaciones
adaptables, y en la actualidad se hace un abuso sistemático de esta energía
para manipular voluntades, comprar, vender e influir a través de impulsos de
bajo nivel de control.
El centro emocional rige las
emociones, la manera de dar sentido a los sucesos, cómo interpretar las
situaciones, es muy rápido, pero es inestable, y si no está bien orientado,
cosa que sucede bastante a menudo, se vuelve negativo busca compensar sus
carencias por medio de influir en los demás centros y eso le hace muy
manipulador, tanto del cuerpo como de la mente. Es como un pozo sin fondo
imposible de satisfacer.
El centro intelectual rige las
ideas y las estructuras desde las que pensamos, es el más lento de los tres
pero es muy útil en la adaptación y goza de mucha valoración social porque
vivimos en sociedades en las que lo más valorado es ser racional y manejar
conocimientos de manera formal y lógica. Es el más manipulable de los tres,
tanto el cuerpo como la emoción le convencen con facilidad. Dentro de este
nivel hay un subcentro, el aparato formatorio, que es como un clasificador
automático, su función fundamental es observar y contar.
Las personas regidas con predominancia
por alguno de estos centros tienen dificultades para comprender a los de los
otros centros: los que sienten a los piensan, los activos a los soñadores, etc
Cada uno de los centros tiene su
funcionalidad y cuando los tres funcionan al unísono el hombre logra una gran
capacidad. Pero habitualmente funcionan, o uno o varios de ellos, de manera
disonante, arrastran a la energía del centro sexual y generan neurosis: el
cuerpo que quiere pensar genera obsesiones dogmáticas y cuanto pretende sentir
brutalidad, el sentimiento que busca sensaciones genera morbosidad y cuando
pretende pensar deriva en fanatismos y sectarismos, el intelecto que se dedica
a las sensaciones genera rigideces y cuando pretende sentir inventa
fabulaciones dramáticas.
Según Gurdieff, para el
desarrollo y el funcionamiento armónico de los tres, es decir un nivel de
conciencia que los una y los potencie, es preciso de un trabajo de gran
voluntad y con mucha disciplina en el sistema, porque la fuerza de cada uno de
ellos es grande y tendente a repetirse para mantener el estado de las cosas
igual.
Mis mejores deseos para vuestros avatares
veraniegos…el arroyo me acompaña y me arrulla.
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